Como
estamos en vacaciones y sin que sirva de precedente reedito este relato que me
contaron hace muchos años y que publique en 2018.
Subió en
el ascensor hasta el décimo piso, era un lujoso ático de la zona mas noble de
la ciudad, sabía que allí tenía su ocasión, era la vivienda del
joyero de la calle Cabaleta. A Jandro le habían dado el soplo que
allí guardaba las joyas de mas valor y mucho dinero en efectivo.
Llamó a la puerta y en unos segundos abrió Pepe el hijo mayor del joyero, Jandro le puso una gran navaja en el cuello empujándolo hacia el interior, su padre viendo la escena dijo: ¿qué ocurre? - por favor no le hagas daño a mi hijo-
Jandro advirtió
al joyero, ¡si no abres la caja fuerte ahora mismo le rebano el
pescuezo a tu hijo¡ rápidamente el joyero se dirigió a la caja
fuerte que se encontraba en el interior de un mueble del salón, una
vez abierta, le dijo - Ya la tienes
abierta, -suelta a mi hijo-
Jandro se
apresuró para ver el contenido de la caja, momento que Pepe aprovecho para zafarse
de su agresor, inmediatamente el joyero le sujetó por detrás con toda su
fuerza, mientras su hijo le atizaba en la cabeza con el reloj de
bronce que había sobre la mesa.
Jandro
quedó inconsciente, momento que aprovecharon padre e hijo para atarlo con
cuerda fuertemente a una silla. ¡Llama a la policía! le dijo el
joyero a su hijo, Pepe obedeció al instante.
Jandro que se había recuperado del golpe, espetó al joyero: si no me dejáis marchar, en cuanto me suelte el juez volveré, violaré a tu mujer y después os mataré a los tres.
Hubo un
minuto de silencio hasta que Jandro volvió a insistir, ¡desatarme cabrones¡
¡mañana cuando venga voy a hacer horrores con vosotros¡
Padre e
hijo se quedaron preocupados y pensativos, tras unos minutos meditando, el
joyero abrió la terraza a la vez que hacía una seña a su
hijo, entre los dos cogieron la silla en volandas salieron a
la terraza y lo lanzaron a la calle.
Diez pisos
mas abajo, Jandro y la silla quedaron destrozados en la calzada a
pocos metros del coche policial que llegaba en ese momento. Los agentes
comprobaron que era cadáver, uno de ellos subió a la vivienda del joyero, este
relató al policía lo sucedido, diciéndole que cuando el ladrón oyó la sirena
policial se levantó dando saltos con silla incluida y se tiró por la terraza.
El policía mirando a los ojos al joyero le dijo: muy bien, comunicaré así los hechos al juez.
Muy bueno. Hay que tener cuidado con lo que se dice. Un beso
ResponderEliminarUn muy buen relato Matías, un abrazo!
ResponderEliminarMe deja sin palabras, porque tengo palabras para lo que debería haberse hecho y palabras también para lo deseable en ese momento. La contradicción de tanta palabrería neutraliza cualquier cosa que pueda decir.
ResponderEliminarBuen relato.
podi-.
Me gustó el relato y no recuerdo haberlo leído en 2018. Saludos
ResponderEliminarUn relato con final feliz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Matias, funcionando la justicia como lo hace ultimamente, dan ganas de hacer lo que hicieron en el relato, ya que entran por una puerta y salen por otra, pero no nos podemos tomar la justicia por nuestra cuenta por mucho que nos cueste, buen relato.
ResponderEliminarBesos.
Un magnifico relato, con moraleja incluida.
ResponderEliminarNunca he visto lo que ahora se ve en la Justicia, y ya tengo una edad. Lamentable.
Un abrazo
Matías:
ResponderEliminareso de "en legítima defensa" dicen que sólo pasa en las películas...
Salu2 y feliz verano.
Muy buen relaro y además con buen final, para mi gusto.
ResponderEliminarEso de "lejitima defensa" cada día es mejor...
Un abrazo
Pues si, las cosas claras y el chocolate espeso... Sin dudas...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Estupendo relato.
ResponderEliminarFeliz mes de Septiembre.
Un abrazo.