domingo, 4 de agosto de 2024

Relato corto - El caco y el joyero.

 

Como estamos en vacaciones y sin que sirva de precedente reedito este relato que me contaron hace muchos años y que publique en 2018.

Subió en el ascensor hasta el décimo piso, era un lujoso ático de la zona mas noble de la ciudad,  sabía que allí tenía su ocasión, era la vivienda del joyero  de la calle Cabaleta. A Jandro le habían dado el soplo que allí guardaba las joyas de mas valor y mucho dinero en efectivo.

Llamó a la puerta y en unos segundos abrió Pepe el hijo mayor del joyero, Jandro le puso una gran navaja en el cuello empujándolo hacia el interior, su padre viendo la escena dijo: ¿qué ocurre?  - por favor no le hagas daño a mi hijo-

Jandro  advirtió al joyero,  ¡si no abres la caja fuerte ahora mismo le rebano el pescuezo a tu hijo¡ rápidamente el joyero se dirigió a  la caja fuerte que se encontraba en el interior de un mueble  del salón, una vez abierta, le dijo  - Ya la tienes abierta,  -suelta  a mi hijo-

Jandro se apresuró para ver el contenido de la caja, momento que Pepe aprovecho para zafarse de su agresor, inmediatamente el joyero le sujetó por detrás con toda su fuerza, mientras su hijo le atizaba en la cabeza  con el reloj de bronce que había sobre la mesa.

Jandro quedó inconsciente, momento que aprovecharon padre e hijo para atarlo con cuerda  fuertemente a una silla. ¡Llama a la policía! le dijo el joyero a su hijo, Pepe obedeció al instante.

Jandro que se había recuperado del golpe, espetó al joyero: si no me dejáis marchar, en cuanto me suelte el juez  volveré, violaré a tu mujer y después os mataré a los tres.

Hubo un minuto de silencio hasta que Jandro volvió a insistir, ¡desatarme cabrones¡ ¡mañana cuando venga  voy a hacer horrores con vosotros¡

Padre e hijo se quedaron preocupados y pensativos, tras unos minutos meditando, el joyero abrió la terraza a la vez que hacía una seña a su hijo,  entre los dos cogieron la silla en volandas salieron a la terraza y lo lanzaron a la calle.

Diez pisos mas abajo, Jandro y la silla quedaron destrozados en la calzada  a pocos metros del coche policial que llegaba en ese momento. Los agentes comprobaron que era cadáver, uno de ellos subió a la vivienda del joyero, este relató al policía lo sucedido, diciéndole que cuando el ladrón oyó la sirena policial se levantó dando saltos con silla incluida y se tiró por la terraza.

El policía mirando a los ojos al joyero le dijo:  muy bien,  comunicaré así los hechos al juez.