Mi amigo Manolo volvió ayer de las maravillosas vacaciones de Semana Santa, me ha contado con
detalle lo bien que lo ha pasado
Salimos el miércoles a eso de las cinco de la tarde, íbamos contentísimos tarareando con los peques una canción
infantil, hasta que llegó la primera retención donde dejamos de cantar, fueron mas de cuarenta minutos para recorrer diez kilómetros. Comenzamos a circular un poco mas ligeros, hasta la siguiente retención, esta vez mas severa que la anterior.
Continuamos el viaje muy
lentamente, llevábamos mas de dos horas cuando el pequeño Carlos comenzó a decir - papá quiero hacer pis, le dije –aguanta que ahora no podemos parar, un rato después el crío insistía, el atasco era tan impresionante que paré en el arcén y María bajo al peque a hacer pis.
Una hora mas tarde los dos mayores comenzaron a decir - papá ¿cuando llegamos?, el mayor decía que
también se hacía pis, el mediano que se mareaba y tenía mal cuerpo, yo ya iba
desesperado, por suerte un poco mas adelante llegamos a un área de servicio y
pudimos hacer un descanso.
Continuamos el viaje circulando un poco mas rápido, pero faltando cincuenta km, estaban
los coches parados, otra hora apenas sin
movernos, ya comencé a maldecir el viaje,
por fin continuamos a rodar lentamente
hasta que conseguimos llegar a nuestro destino, en total fueron siete horas
para recorrer poco mas de cuatrocientos km.
Una vez que bajamos el
equipaje en medio de un aguacero, los niños tenían hambre, eran casi las doce de la noche y estaba todo cerrado, así que comieron un poco de fruta que llevábamos y a
la cama.
Menos mal que pudimos ir al
supermercado a primera hora del día siguiente y no nos faltó la comida, el jueves y el
viernes llovió bastante y con tiempo desapacible, hasta el punto que apenas salimos de la casa,
Para rematar las vacaciones, la
noche del viernes al sábado comenzó a llover intensamente, lo hizo durante toda la noche, se
nos inundó la casa, estuvimos cuatro horas sacando agua y limpiando el desastre, a primera hora de la mañana y viendo que el tiempo no mejoraba, le dije a María, - después de comer nos vamos y así evitamos el
atasco del domingo.
Salimos a las tres y media y
al principio no se circulaba mal, pero
media hora después, parecía que nos habíamos puesto todos de acuerdo para
volver un día antes, otra vez retenciones con paradas continuas, fue otro viaje
de vuelta penoso, pero ya resignados con muchas ganas de llegar a casa, aunque
nos costó otras seis horas de viaje.
Según me iba contando Manolo la odisea vacacional, me
venía a la memoria, un viaje que me había ocurrido algunos años atrás, claro que en aquella
ocasión no tuvimos inundaciones.