Hace cuarenta años había un país no muy lejano
donde se instauró la democracia, también la prosperidad, el bienestar y los
derechos de los ciudadanos. Fueron casi treinta años de crecimiento y
estabilidad, hasta que aparecieron las corrupciones, las políticas nefastas,
los nuevos partidos políticos radicales y el crecimiento del independentismo
secesionista.
Hemos llegado hasta aquí y nos encontramos en una situación extrema, con un gobierno en funciones, con
unos políticos enfrentados, sin nuevos presupuestos, con elecciones continuas y con
pocas esperanzas de que se revierta la situación.
Las urnas nos han dicho por segunda vez que la mayoría de los españoles no quieren radicalismos, en el centro es donde se sitúan la mayoría de los votantes. Llegados a esta situación, si los políticos constitucionalistas no hacen los deberes, muchos votantes se irán a los extremos.
¿Algún optimista por ahí que lo vea de otra forma?