miércoles, 22 de enero de 2020

Relato corto



Graciano llegó a la capital con su maleta de madera en busca de trabajo, como había trabajado de ayudante con el panadero del pueblo, en poco tiempo comenzó a trabajar en una panadería de la ciudad.

Un año después ya estaba casado, con mucho sacrificio pudieron dar la entrada de un piso en la periferia, era un barrio obrero donde había buena convivencia con los vecinos.

Los primeros veinte años estuvieron muy a gusto, pero cuando los mas mayores desaparecían y vendían los pisos. la convivencia se fue deteriorando, hasta el punto que los vecinos que podían, se iban del barrio a otra zona menos problemática.

Graciano, una vez  jubilado se  planteó cambiar de vivienda, pero tenía el problema de la venta del piso, el barrio se había convertido en un suburbio marginal donde nadie quería ir a vivir. Muchos que se fueron sin haber podido vender, tienen el piso ocupado, hay edificios  donde la mayoría de sus inquilinos son ocupas.

Cuando la vida en el lugar era insoportable, Graciano y María decidieron volver a su pueblo, alquilando una casa modesta donde viven felices junto a los pocos vecinos que quedan.

La vivienda que compraron con tanta ilusión en la ciudad, lleva once meses ocupada.

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia…….. o no.

sábado, 11 de enero de 2020

Madrid central.


La expresión castiza “de Madrid al cielo”  ya pasó a la historia, hay días que el centro de Madrid mas bien parece un infierno,  la contaminación, los automóviles, los ruidos, la suciedad y los malos olores se han adueñado del llamado “Madrid Central” un conjunto de calles del centro histórico que en los últimos tiempos deja mucho que desear. 

No solo son los vehículos los que contaminan, si miramos hacia los tejados podemos comprobar la gran cantidad de chimeneas humeantes. Claro está, que los ciudadanos se tienen que calentar, pero no creo que sea razonable hacerlo a costa de su propia salud y la de todos los ciudadanos que por ocio u obligación, acudimos al centro de la ciudad. 

Según algunos expertos, casi un 20% de la boina contaminante que se instala  en Madrid proviene de las calefacciones, es lamentable que en estos tiempos del impulso de energías renovables, aun no se haya solucionado el problema.

Otro problema ha surgido desde que autorizaron  los patinetes, bicicletas y otros artilugios móviles,  que con la mayor impunidad circulan por las aceras, algunos a una  velocidad escandalosa. Los patinetes los podemos encontrar en cualquier lugar, en algunos casos tirados en el suelo.




 Pasear por las calles, para ir al trabajo, hacer nuestras tareas cotidianas, o para hacer un poco de ejercicio físico, además de respirar un aire bastante contaminado, hay que ir sorteando esos  vehículos de dos o tres ruedas, también hay que ir sorteando a los viandantes que van inmersos en el contenido de sus teléfonos móviles.





En definitiva que los residentes y visitantes en Madrid tenemos probabilidades de sufrir una enfermedad pulmonar  o  ser atropellados por los citados velocípedos.

miércoles, 1 de enero de 2020

Alfredo




Hace tres años que comencé  este blog sin mucho ánimo de continuidad, pero aquí sigo con mis reflexiones, relatos y algunas fotos. Este comienzo de año (sin que sirva de precedente) traigo el primer relato que publique  en el blog en enero de 2017, agradeciendo mucho vuestras visitas y comentarios, a la vez que os deseo un Feliz Año 2020.

  
 A los diez años Alfredo ya ayudaba a su padre en las tareas del campo, trabajo duro para un niño, a los catorce comenzó a trabajar de aprendiz en una fabrica  de cementos, fue entonces cuando  se dio cuenta de  la dureza de la vida, diez horas diarias en el tajo por  quinientas pesetas al mes, un jefe tirano y egoísta que trataba a sus empleados con un despotismo supino que estos soportaban con resignación, era lo que había, encontrar un trabajo en aquel tiempo no era tarea fácil y esos pequeños ingresos eran un soporte para el hogar familiar.

Por aquellos años  ni Alfredo ni sus amigos tenían  idea de políticas, ni de amoríos, aunque a los 17 años comenzaban a tontear con las mozas, eso si, nada de besos ni carantoñas, no eran tiempos de bacanales, se limitaban a dar paseos o ir al cine, pues la paga semanal no le daba ni para ir a la primera discoteca que por aquellos años se inauguró en la ciudad.

A pesar del trabajo en semi esclavitud, los años que precedieron a la mili fueron los más felices, sobre todo cuando comenzó a cortejar a la joven que mas adelante sería su compañera y con la que actualmente convive. Alfredo vivió con intensidad aquellos años donde comenzaba el boom de la música moderna, con nuevos grupos musicales españoles, que  conseguían la fama  grabando esos discos de música simplona y pegadiza con la que lograban  la canción del verano.  También se llenaban los cines con los  western de Clint Eastwood o las comedias de Alfredo Landa, que no destacaban por su calidad, pero rompían las taquillas.

Unos años mas tarde fue llamado a filas, el servicio militar, o la puta mili como la llamaron algunos, donde sería perjudicado en dieciocho meses  y bastantes vejaciones por trescientas  al mes, que no le daban ni para tabaco. 
De la historia mas reciente solo sabía que unos años atrás había habido una guerra de la que nadie hablaba, era como algo tabú, tampoco percibía que vivía en una dictadura, pues era lo único que había conocido.

A los 24 años tras la muerte de su padre,  se hizo cargo de las labores del campo, un  huerto y unos cuantos animales que incrementó con los años y le permitieron vivir modestamente hasta la jubilación.

Hoy Alfredo, es uno de tantos jubilados que recuerda sus vivencias, sus penurias y sus escasas alegrías, reconoce que la calidad de vida ha mejorado notablemente y con su modesta pensión, intenta realizar esos propósitos que nunca pudo en el pasado.