En
los años 70 los pueblos de la periferia en Madrid se convirtieron en pequeñas
ciudades dormitorio, en una de estas poblaciones en hora punta los autobuses se
llenaban y los viajeros que subían en las últimas paradas de la localidad tenían
que ir de pie durante una hora que duraba el trayecto, aquellos viajeros estaban tan hartos que decidieron dejar de
pagar el billete cuando tenían que ir de pie. Los conductores al principio les
reclamaban el importe del billete, pero lo único que recibían era una gran
bronca de todos los viajeros y desistían en el intento.
Dejar de pagar el billete cuando iban de pie se había convertido en algo habitual, llegando a ser frecuente la picaresca, algunos viajeros que vivían junto a las primeras paradas, iban andando hacia las últimas para viajar todos los días gratis a la capital.
Pasados los años el problema continuó, los autobuses seguían con muchos viajeros de pié, iban incómodos, pero seguían viajando de gorra. Según parece a la empresa le tenía mas cuenta llevar algunos viajeros gratis, que aumentar el número de autobuses.