miércoles, 20 de octubre de 2021

Mis viajes al país vecino

 

He estado en Portugal en muchas ocasiones, la primera vez en los años 70 cuando aun había frontera, íbamos a comprar productos mas económicos a los mercadillos en los pueblos fronterizos.

Pero los últimos viajes han tenido el inconveniente de los peajes, no solo por su costo, sino por tener que retratar tu coche con una visa en las entradas para no tener problemas en los recorridos. Algo que parece ser que quieren implantar aquí, si así fuera será un nuevo impuesto que de un modo u otro nos afectará a todos.

Portugal tiene lugares y rincones que nos dejan un bonito recuerdo, he accedido por varios lugares, La Guardia, Tuy, Fuentes de Oñoro, Alcañices o Badajoz. Solo me queda por conocer la región del Algarve, ya me da un poco de pereza hacer tantos kilómetros.

 En Portugal hay infinidad de pueblos y ciudades que merece la pena visitar, no los voy a citar porque hay en la red infinidad de páginas sobre ellos,

 Quiero resaltar dos ciudades en el norte y de Portugal

Oporto, cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco,  Es una ciudad donde los aficionados a la fotografía tienen un mundo por descubrir.






Avéiro, es una pequeña ciudad entre canales, moliceiros (embarcaciones típicas) y sus casitas de pescadores adornadas con azulejos.

 






domingo, 3 de octubre de 2021

El viaje de Nacho


 

A la vuelta de las vacaciones, Nacho nos dijo que no volvería a viajar con la asociación vecinal de jubilados.  Nos comentó que el bus iba al completo, iban muy contentos pensando en la semana que les esperaba junto al mar, al rato de salir se dieron cuenta del calor, ya que el aire acondicionado parecía que no existía. 

Nos decía que a  mitad del viaje pararon a almorzar en un area de servicio, había varios autobuses y el bar estaba lleno, conseguí pedir un bocadillo de jamón y un vino peleón por 12 euros, con el bocado en la boca volvimos al autobús y continuamos viaje. Dos horas después varios abuelos con la mascarilla bajo la barbilla decían que  ya tenían mal cuerpo, que si faltaba mucho, yo también lo tenía de verlos y oírlos.

Ya en el hotel, se dieron cuenta que el mar ni estaba cerca ni se le esperaba, nos dijeron que solo eran 15 minutos andando hasta la playa, lo malo era la vuelta la cuesta era peor que la de enero.  

Como las habitaciones eran dobles me endosaron a Remigio un vecino poco comunicativo de día, pero de noche roncaba mas que un  motor agonizando.

Nacho nos relataba que al día siguiente fue a la playa a las nueve para coger un buen sitio, pero se tuvo que volver  por estar la playa parcelada y con el aforo completo, se dirigió al hotel con la intención de darse un baño en la piscina, cuando llego le dijeron que había que pedir hora el día anterior, dando por perdida la mañana de baño  decidió dar una vuelta hasta la hora de la comida.

Cuando llegó al comedor había veinte personas esperando ya el segundo turno de comida, cuando entraron el buffet estaba esquilmado, se tuvo que conformar con un poco de arroz, un muslo de pollo reseco y un flan.

Nos contaba que no consiguió bañarse ni un solo día en el mar ya que si iba temprano para coger sitio se quedaba sin desayuno, solo consiguió pasar dos días a la piscina. A la comida iba media hora antes para hacer cola y entrar entre los primeros, la comida le recordaba cuando estuvo en el hospital, insípida y sin sal.

Nos decía Nacho que en el viaje de vuelta solo se veían malas caras y cansancio, con muchas ganas de llegar al dulce hogar, para darse un buen baño y dormir una buena siesta sin los ronquidos descomunales de Remigio.