Hace tres años visité El
Valle de los Caídos un lugar que solo
conocía desde la distancia, pasamos cuatro personas en un vehículo, el precio
nos pareció abusivo 36 € por pasar a ver una enorme cruz y lo construido en su entorno. Ni me gustó aquella montaña de piedra, ni la iglesia
en el interior de la roca,
tampoco me agradó el ambiente claustrofóbico que sentí en el interior.
Al parecer emplearon dieciocho años en su construcción, en aquellos años tan difíciles lo lógico
hubiera sido emplear el dinero y el trabajo para paliar el hambre y la miseria.
Hay varias versiones sobre
los trabajos en aquella obra gigantesca, unos dicen que una parte de los
trabajadores eran presos esclavizados,
otros dicen que eran presos voluntarios para redimir penas, al parecer también había trabajadores a jornal.
Lo gran mayoría de españoles
solo conocemos su historia por lo que hemos leído u oído sobre su construcción,
un lugar maldito para unos, patriótico para otros, e indiferente para la
mayoría.
Según la historia hay
enterrados mas de treinta mil combatientes de ambos bandos, digo de ambos
bandos porque esa misma historia también nos dice que hubo en Madrid miles de
fusilamientos cometidos por el ejercito republicano.
Hace ya un año que nos dijo
el Presidente del Gobierno que sacarían los restos de Franco con premura, hoy el Supremo
paraliza esa exhumación. No voy a opinar sobre lo que se debería hacer con esa
obra colosal, tampoco si hay que exhumar o no el cuerpo del responsable, porque mas pronto o mas tarde lo decidirá la
ley.
Dicho esto, mi opinión es
que después de ochenta años y habiendo fallecido todos los responsables de
aquella guerra fratricida, va siendo hora de que se deje la historia para los archivos y los políticos se dediquen a
resolver los problemas de los vivos.