Cuando tenía doce años vino a vivir a nuestro barrio Angel, un muchacho de nuestra edad
que pronto se hizo amigo de nuestra pandilla.
Vivíamos en la periferia de
una pequeña población y pasábamos muchas horas en la calle jugando como se hacía en aquellos tiempos.
Angel nos comentó que había
vivido en una zona céntrica de Madrid, su padre trabajaba de portero en una casa de vecinos, nos decía que la vida
que hacían era distinta, iban del colegio a casa y apenas salían a la calle
si no iban acompañados.
Imaginaba lo triste que tenía que ser para un niño, vivir en el centro de una
gran capital, sin tener el campo para
correr, ni río para bañarse en verano, ni libertad para salir a jugar en el
barrio con los amigos.
Pasados los años solo uno de
los cinco amigos permaneció en el pueblo, los demás partimos a distintos lugares de nuestra geografía, a
intentar buscar un medio de vida mas estable que el que teníamos, ya en la gran
ciudad en alguna ocasión recordaba los pensamientos que
tenía sobre Angel cuando en su niñez vivió en esta gran urbe.
El cambio de residencia fue
muy duro para mi, sin conocer a nadie y con un sistema de vida totalmente
distinto al que había llevado en mi pequeña ciudad, los primeros meses la
añoraba casi todos los días, aunque viajaba casi todos los meses un par de veces, trescientos
kilómetros para pasar día y medio con la familia y los amigos que aun
permanecían en mi lugar de origen.
Pasados los años y habiendo llevado una vida aceptable en la gran ciudad , reconozco que los años mas
felices, fueron los de mi niñez y
juventud, en plena naturaleza y con libertad de movimientos, en un lugar que
siempre me pareció maravilloso.
Que no quiero discutir, pero no añoramos el río, jugar en la calle, las meriendas jugando al escondite, la libertad de unas calles seguras, Añoramos la edad que teníamos entonces. Abrazos
ResponderEliminarEstoy de acuerdo que los primeros años nos marcan mucho
EliminarDebido a la profesión de mi padre me tocó vivir en varias ciudades grandes y también en una más pequeña donde había campo libre, montes y rio, la recuerdo con gran cariño porque fue el lugar donde más me divertí jugando con la "panda" en plena naturaleza y bañándonos en el río......que tiempos aquellos.Saludos
ResponderEliminarCierto, las profesiones de los padres en muchos casos obligaban a cambios de ciudad.
EliminarYo también recuerdo como muy especiales en mi vida esos momentos de libertad en contacto con la naturaleza. También es cierto que para mí eso eran vacaciones y la gran ciudad colegio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los que podían ir de vacaciones a esos lugares en pleno campo, seguro que también lo recuerdan con agrado.
EliminarUno siempre vuelve a la infancia.
ResponderEliminarAl menos en el recuerdo.
EliminarEs que la niñez es la mejor época, yo la recuerdo tan bonita...ahora todo es distinto, los niños después del cole tienen mil actividades, no pueden jugar solos en la calle...todo cambia. ¿Sigue Ángel en el barrio?
ResponderEliminarUn saludo.
Angel es el único que permaneció en el pueblo, quizás sea el que ha tenido peores momentos en la vida laboral.
EliminarSiempre me ha gustado la vida de las ciudades pequeñas. Por motivos de trabajo hemos tenido 5 traslados y en grandes urbes. En el último buscamos un lugar pequeño donde poder vivir con tranquilidad, aún perdiendo dinero, gananos en muchas otras cosas Matías.
ResponderEliminarBonita entrada.
Buen martes.
besos.
Yo siempre he dicho que donde en verdad se vive es en las pequeñas poblaciones, claro está, con un medio de vida laboral aceptable.
EliminarContinuamente pienso,¿que esta pasando?, añoramos el pasado mucho, otros su obsesion es quitar todo lo que recuerde la historia, tampoco lo entiendo, entonces las nuevas generaciones, empezaran conocientos a partir del movil
ResponderEliminarNo se si tengo razon, pero no creo estar muy confundida
un abrazo
La suerte que tienen la mayoría de las nuevas generaciones, es que la mejor calidad de vida de sus progenitores les ha permitido veranear en la playa o en el campo.
EliminarYo he vivido de pequeña siempre en Madrid pero en un barrio, Vallecas. Teníamos pequeños campitos donde correr y poder escondernos cuando jugamos al escondite. Lo pasé francamente bien.
ResponderEliminarYa en mi adolescencia, mis padres dieron el salto, nada más y nada menos que a el barrio de Tetuán. Aunque aún quedaban campos cercanos, ya era mayorcita y salía poco...todo ello lo recuerdo con gran cariño y añoranza.
Un abrazote.
Es cierto que antes del año setenta, en la periferia de Madrid aun había mucho campo, incluso todavía se bañaban en el río Manzanares.
EliminarMe identifico con tu relato. Llegue a Madrid con 17 años y me costo mucho acostumbrarme. Por eso a la vejez he vuelto al campo.
ResponderEliminarSaludos.
Buena decisión la de volver al campo, yo de momento no puedo, pero me encanta ir de vez en cuando.
EliminarSiempre, de algun modo, seguimos viviendo en la niñez y en la juventud...
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, la niñez y la juventud nos marca mucho a lo largo de la vida.
EliminarExcelente imagen y un testo muy interesante que me recuerda mucho a mi propia historia vital,saludos y feliz semana.
ResponderEliminarGracias por comentar y coincidir con tu historia.
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