Vivímos en el llamado primer mundo, pero las maldades, el radicalismo y los extremismos siguen produciendo dolor en
nuestra sociedad.
Estamos rodeados de algunas personas perversas, que además parece que llevan el odio incrustado en su
cerebro. A pesar de vivir en esta parte del mundo que creemos civilizada, sigue
habiendo individuos con una maldad extrema, llegando al absurdo de asesinar a
alguien por llevar los colores de la bandera en los tirantes.
Tendrían que reflexionar algunos políticos que a veces favorecen e incluso defienden a estos individuos.
Primero por orden no por categoría, aunque en el segundo mundo no hay muchas más bondades y en el tercero, tiene unos mandatarios que se comen y beben todo dejando a sus vecinos sin nada y mira que hace años que les mandamos ayudas.
ResponderEliminarLa civilización tiene muchos fallos, a veces no sé porque si evolucionamos del mono porque sigue habiendo monos.
Abrazossss
El imbécil del alcalde de mi ciudad no aplaudió —como hacían todos— tras el minuto de silencio de homenaje a la víctima que hicieron en el Ayuntamiento. Además de metepatas, son recalcitrantes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es la política del odio por el odio en la que prevalece un resentimiento incomprensible y que está siendo alentado por ciertos partidos que se declaran democráticos y son verdaderos extremistas que pescan votos en los peores caladeros.
ResponderEliminarUn abrazo
No se debe jalear la maldad.
ResponderEliminarEs que nos creemos civilizados pero estamos a años luz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre he sospechado que hay gente que, cuando nació, fue destetada con leche de avispa... En otro caso, no lo entiendo...
ResponderEliminarLa maldad existe en todos lados, primer mundo y en el tercero donde vivo yo, galopa en medio de las avenidas.
ResponderEliminarES TRISTE, PERO REAL.
mariarosa