En un pueblo cualquiera
No eran mas de cuarenta vecinos, Pepe era
el dueño del bar, tenía tan pocos parroquianos que necesitaba
pluriempleo, era también el alguacil y el enterrador, aunque este ultimo
trabajo apenas le era productivo, ya que cobraba por objetivos y por desgracia
para él, sus habitantes eran gentes muy longevas.
Mientras cerraba el bar, Pepe le dijo a Toño - he tenido un día muy duro
arreglando el sobrao, -voy corriendo a
tirarme a la bartola- y Toño que era un poco cortito, entendió que iba rapidito
a fornicar con una amiga suya de un
pueblo vecino.
Toño era pastor, solo bajaba al pueblo después de las nueve de la noche cuando
cerraba el aprisco, era cuarentón, un poco rudo y no muy agraciado, seguía
soltero aunque de mozo, le tiró los tejos a la hija de D. Severino que era un
hacendado del lugar, dándole esta unas severas calabazas, desde entonces ha
quedado muy escaso en asuntos amorosos.
Leandro el maestro tenía mas suerte, cobraba del ministerio solo por educar a
seis alumnos, tres niños y tres niñas,
pero estaba en la cuerda floja, si no paría pronto alguna vecina cerrarían la
escuela, el ponía de su parte, estaba en boca de todos que se trajinaba a la Manuela a escondidas de su
padre, un campesino con malas pulgas que ya estaba con la mosca tras la oreja.
La fiesta del pueblo era un poco atípica, aunque de costumbres religiosas muy
tradicionales, a mediados de agosto celebraban el patrón, después
de la misa y con San Roque a hombros de los mozos mas fornidos, recorrían el
pueblo en procesión detrás de Raimundo
el tamborilero.
Terminada la romería, se ponían guapos a
vinos y cervezas antes de reunirse en la comilona, eso si, divididos en dos
bandos, el motivo era que medio pueblo estaba en disputa con el otro medio por
motivos de las lindes y por envidias cochinas.
Una parte del pueblo iba a una portada donde preparaban un guiso de liebre con
papas, liebres que traía Braulio “el furtivo”, era el mejor cazador de la
comarca aunque la benemérita le vigilaba con tesón al ser tiempo de veda.
La otra mitad del pueblo iba al bar de Pepe, que les preparaba una caldereta,
con un hermoso cordero que traía Toño de su rebaño, terminando el atracón se
ponían hasta las trancas de aguardientes licores y combinados varios.
El baile empezaba sobre las nueve de la noche en la plaza, la mayoría de los
vecinos iban con mas alcohol que sangre en el cuerpo, el baile lo
amenizaba Oscar, el alcalde, con un acordeón que heredó de su difunto padre que
manejaba con soltura, lo que mejor se le daban eran los tangos y pasodobles,
aunque también tenia en el repertorio varias canciones punteras como Me lo dijo
Perez o el porompompero.
Pero raro era el año que no había una gresca multitudinaria que comenzaba con
los mas gallitos de los dos bandos enfrentados, aunque nunca llegó la sangre al
río gracias a la rápida intervención de los pacificadores que aun
recibiendo algún mamporro conseguían hacerse con la situación.
A la mañana siguiente con resaca o sin ella, vuelta a la normalidad, Pepe
abre su bar, Toño va con sus ovejas hacia un monte cercano, Oscar, el alcalde
abre la herrería y Leandro el maestro, cargaba las maletas en su cuatro latas,
para retomar sus largas vacaciones estivales en su pueblo natal, mientras la Manuela, observaba desolada
su marcha desde su ventana.
Cualquier parecido con
la realidad es pura coincidencia, pero… quien sabe.
Pues casi, casi le podría poner nombre al pueblo, por algunos municipios no pasa el tiempo. Abrazucos
ResponderEliminarSon situaciones típicas de bastantes pequeños pueblos de nuestra España.
EliminarUn abrazo.
Bella y emotiva evocación, amigo... Plena de sensaciones y vida
ResponderEliminarSaludos y gracias por la visita Ildefonso.
EliminarParece un cuento....que bien podría ser de un pueblo cualquiera de allá por tus tierras o por las mías! Me ha gustado mucho =)))
ResponderEliminarSaludos :D
Son situaciones "como la vida misma" en algunos pueblos de nuestra geografía.
EliminarUn saludo.
me encanta lo que escribes y como lo escribes
ResponderEliminarGracias por comentar MuCha.
EliminarLa vida sigue igual, que cantaba aquél...
ResponderEliminarPues si, aun persisten estas situaciones en algunos lugares.
EliminarSaludos.
Hola, qué bien lo haz relatado y si se parece a muchos pueblos . Mencionas a más hombres que mujeres , acá en México hay muchos pueblos así pero con más mujeres que hombres, ellos se han ido de mojados a Estados Unidos. Entonces todos tus personajes serían femeninos. Muy bueno . Saludos desde mi pueblo lejano llamado Cuautitlán
ResponderEliminarAquí situaciones parecidas a esta las han denominado como "la España profunda"
EliminarMenciono mas hombres, por ser un relato de otro tiempo, aunque por desgracia aún persiste el machismo en bastantes lugares.
Saludos Jova.
Con medio pueblo reñido con el otro medio se imposibilitan las relaciones que pudiera haber. Hay que fomentar la reconciliación, para tratar de salvar entre todos la escuela sin que tenga que fabricarse el alumno don Leandro.
ResponderEliminarUn abrazo, Matías.
Difícil salvar las escuelas en muchos pueblos condenados al abandono.
EliminarUn abrazo Macondo.
Que bonitas anécdotas Matías. Muchos jóvenes quizá se extrañen de estos relatos tan sustanciosos de la vida de los pueblos.
ResponderEliminarSi no te importa dinos de que comunidad son estos bonitos relatos. Yo nací en Toledo aunque con tres años mis padres me trajeron a Madrid y amo tanto a uno como al otro.
Ya he vuelto de mis vacaciones.
Un abrazo
Está inspirado en las dos Castillas, no cito ninguna población, no sea que alguien se sienta aludido.
EliminarGracias por comentar.