En cierta ocasión me comentaba un
empresario jubilado, que en la vida había pasado de no tener nada a tener un patrimonio
respetable, pero para conseguirlo había hecho
cosas de las que no se sentía orgulloso, además
de haber recortado un tiempo precioso a la vida familiar.
Había
llegado a la conclusión, que la riqueza extrema no sirve para nada, decía que
tener solamente lo suficiente para vivir sin apreturas era una buena receta
para ser feliz. Ya había
dejado sus negocios y estaba apreciando las pequeñas cosas que nunca tuvo, se
había dado cuenta que no todo en la vida consiste en hacer fortuna.
La
avaricia seguramente es una
enfermedad, estamos viendo continuamente como personajes económicamente bien
situados, cometen la torpeza de tener que pasar por los tribunales e incluso
por la cárcel por la avaricia de amasar grandes fortunas.
También
vemos a diario que la corrupción no cesa, empresarios, políticos y altos funcionarios, personas
acomodadas que en la mayoría de los casos tienen jugosos ingresos, se olvidan del refrán “la avaricia rompe el saco”.
Los mas
poderosos con unos abogados de élite, buscan los resortes de la
justicia para salir airosos o que las penas sean mas livianas, aún así algunos terminan con sus
huesos en la trena, teniendo
tiempo para pensar lo felices que hubieran sido con un poco menos de avaricia.
Cuando la
corrupción o malversación es
de dinero privado es algo deplorable, pero cuando son políticos o altos
funcionarios del estado, que de una u otra forma malversan el dinero del
contribuyente es muy detestable.
Estoy de acuerdo contigo. No creo que la felicidad esté en eso.
ResponderEliminarSaludos, Matías.
La felicidad no está en tener más sino en saber cuando debes de dejar de tener lo que no te corresponde honradamente. Ser honrado teniendo poder es complicado, ver pasar el dinero por delante de tus narices y dejarlo pasar es algo que muchos no saben hacer y luego acaban donde acaban.
ResponderEliminarSaludos Matías.
Puri
¡¡¡Con lo bien que vivimos los que tenemos poco!!!
ResponderEliminarCon mi casita y el dinero para comprar el pan, ya es suficiente. Por eso vivo feliz.
Un abrazo