En un pequeño pueblo de la España profunda, mes de Septiembre de 1957, todavía eran años de hambre, mis hermanos me habían hablado ya de la escuela, pero no imaginaba lo mal que lo iba a pasar en aquel
lugar.
El maestro era un personaje
terrible que se pasaba las clases sacudiendo con una vara a los alumnos, en muchas ocasiones con un ensañamiento descomunal, aplicando a la perfección el dicho (la letra con sangre entra),
Utilizábamos una sola
enciclopedia para todos, donde venían todas las materias, los mas pequeños
comenzábamos a escribir en una pequeña pizarra, los mayores utilizaban una
pluma que mojaban en un tintero y un cuaderno con líneas paralelas para
introducir el texto.
Las clases eran de Lunes a
Sábado en horario de mañana y tarde, recorriendo a pié los dos viajes de ida y vuelta, unos 12 kilómetros diarios, menos los Jueves por la tarde que no había
clase.
A las 11 de la mañana
salíamos al recreo donde nos poníamos en fila para recibir un vaso de leche en
polvo, Al
terminar la clase por la tarde salíamos
en fila para recibir una pequeña cuña de queso, años después me enteré que estos productos fueron una
ayuda alimenticia norteamericana.
Fueron mis primeros diez años, no se olvidan, quedaron marcados para siempre.
¡¡Como ha cambiado el tiempo!! Ahora son los alumnos los que "sacuden" a los `profesores y si se descuidan, vienen los padres a ayudarles.
ResponderEliminarSe ve que eres más joven que yo, pues en mis tiempos no había ni leche ni queso, el hambre la llevábamos puesta y volvía con nosotros a casa.
Ahora que tenemos comida...no podemos comer...lo que son las cosas.
Un abrazo Matías.
Lo que vivimos en la infancia vive siempre en nosotros... Muy bueno el modo en que nos lo transmites...
ResponderEliminarlo que se vive en la infancia no se olvida jamas y aveces nos marca de por vida, excelente tu entrada de hoy , saludos y feliz semana.
ResponderEliminarYo también llevé ese horario de colegio en mi infancia. El sábado dís normal y fiesta jueves por la tarde y domingo.
ResponderEliminarSaludos.
Llegué a probar el queso amarillo americano y la leche en polvo, que no podía con ella, y hasta algún año la Enciclopedía Álvarez, aunque enseguida pasamos a preparar el Ingreso para el Bachillerato. Soy algo más joven.
ResponderEliminarLas monjitas si te portabas mal, yo me portaba mal, te daban algún regletazo en la palma de la mano y te castigaban de rodillas.
Qué tiempos oscuros aquellos. A los 12 pasé de vivir un pueblo pequeño de Castilla a Barcelona y fue como salir de una película en blanco y negro con rayajos a una en Tecnicolor.
La infancia no siempre es un paraíso.
Un beso,
Yo en cambio la Primaria no la recuerdo con el ceño fruncido. Fue una etapa complicada pero por otras razones, pero no fue demasiado mala en cuanto al colegio. En cambio la Secundaria y sobre todo la profesora de Religión... seguro que anda por los infiernos de la materia que daba.
ResponderEliminarAbrazo Matías.