Felipe caminaba serenamente por el viejo sendero, flanqueado por pastos de un verde intenso, disfrutando de aquella profunda paz. Observaba al viejo pastor, cuyas ovejas eran dirigidas por su mastín con autoridad silenciosa hacia los mejores pastos.
Recordaba aquellos
años cuando el pueblo bullía de labradores y ganaderos que, junto a sus hijos,
trabajaban unas tierras donde el sol y el agua nunca faltaban. Sin embargo, la
dureza extrema del trabajo y la falta de recursos fueron el motor inevitable de la emigración
hacia las grandes urbes.
Una pregunta le
asaltó: ¿por qué los jóvenes se marchan a la ciudad, abandonando las labores
agrícolas ahora que disponen de medios y maquinaria que le permitiría llevar
una vida mas cómoda?
Él mismo, junto a
Juana, había regresado ya jubilado, después de cuarenta años en la capital a la
que arribaron en los años setenta del pasado siglo, buscando ese medio de vida
que su tierra natal no les podía ofrecer.
Podríamos decir que los jovenes dejan el campo porque el gobierno los ha abandonado, los pueblos envejecen lentamente. Un abrazo
ResponderEliminarLa vuelta al hogar! Disfrutar de los últimos años en la naturaleza, estar acompañado por los afectos, qué más se puede pedir, Felipe es un hombre sabio! Un abrazo Matías!
ResponderEliminarAlgunos jóvenes deberían volver a los pueblos. Un beso
ResponderEliminarHay cierta tendencia a regresar los orígenes. Muchos vuelven al pueblo natal, al menos por temporadas. Luego regresan a la ciudad. Los médicos, ya se sabe se necesitan cerca.
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