jueves, 27 de noviembre de 2025

El viejo sendero.


 Felipe caminaba serenamente por el viejo sendero, flanqueado por pastos de un verde intenso, disfrutando de aquella profunda paz. Observaba al viejo pastor, cuyas ovejas eran dirigidas por su mastín con autoridad silenciosa hacia los mejores pastos.

Recordaba aquellos años cuando el pueblo bullía de labradores y ganaderos que, junto a sus hijos, trabajaban unas tierras donde el sol y el agua nunca faltaban. Sin embargo, la dureza extrema del trabajo y la falta de recursos fueron el motor inevitable de la emigración hacia las grandes urbes.

Una pregunta le asaltó: ¿por qué los jóvenes se marchan a la ciudad, abandonando las labores agrícolas ahora que disponen de medios y maquinaria que le permitiría llevar una vida mas cómoda?

Él mismo, junto a Juana, había regresado ya jubilado, después de cuarenta años en la capital a la que arribaron en los años setenta del pasado siglo, buscando ese medio de vida que su tierra natal no les podía ofrecer.

El tiempo parecía detenerse al borde del río, cuya corriente, no obstante, nunca cesaba en su camino hacia lugares más poblados. Tras unos minutos en aquel rincón tan apacible, Felipe emprendió el regreso hacia la modesta taberna donde, cada día, tomaba un aperitivo con dos de sus vecinos.

1 comentario:

  1. Podríamos decir que los jovenes dejan el campo porque el gobierno los ha abandonado, los pueblos envejecen lentamente. Un abrazo

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