jueves, 27 de julio de 2017

Felices años de juventud

 

 

 

Era 1969, un tiempo difícil de olvidar, quizás fuera porque a los 17 años veíamos la vida de otro modo y los malos ratos se soportaban mejor.
Terminado el bachiller, la situación requería buscar un trabajo, era una pequeña ciudad donde no había ningún tipo de industria, solo abundaban bares, cafeterías y tabernas, las fábricas eran inexistentes.
Comencé a trabajar en una cafetería como ayudante, el dueño resultó ser un moroso, como muchos que había en aquellos años, cumplido el primer mes, le pregunté por mi sueldo, me dijo que no tenía dinero, me tuve que despedir sin cobrar,  Treinta y cuatro días que se quedó el  muy cabrón.
Mi segundo trabajo fue un poco mejor, cobré el primer mes, para el segundo al parecer ya no había liquidez, otro sinvergüenza que me perjudicó  otros cuarenta días.  
En aquellos años, lo de reclamar a los sindicatos verticales mejor ni hablar, en lugar de defenderte, te aconsejaban que por tu bien no denunciaras.
Dicen que a la tercera va la vencida, un amigo me recomendó para trabajar donde  trabajaba él, una de las pocas cafeterías con un propietario honrado, me dio de alta en el seguro y me pagó religiosamente.
Era una cafetería de moda, donde se reunían sobre todo jóvenes universitarios, la mayoría tomaban cañas o refrescos, unos intentaban ligar, otros jugaban en la maquina de petacos y otros en torno a un tocadiscos de monedas, de aquellos que con dos pesetas escuchaban una canción conocida.
Fueron dos años de trabajo  bastante llevadero, ameno y con tiempo libre para salir con los amigos. 
Por aquellas fechas inauguraron una discoteca en la ciudad, fue una novedad increíble, alucinábamos con aquellas lucecitas que se reflejaban en todos los rincones, los mas atrevidos hacían verdaderos malabares y extrañísimas flexiones, al son de la música de Rolling, Creedence, Zeppelin o Beatles, que eran los grupos de moda.
El hábito de ir al cine era masivo, los mas pudientes iban a las sesiones de estreno, el resto nos conformábamos viéndolas después de 20 o 30 días en otros cines con programas dobles y sesión continua con su Nodo correspondiente.

Como consecuencia del auge de los coches, se pusieron de moda una serie de mesones, que instalaron varias carreteras a diez o quince kilómetros de la capital, donde se bebía, se comía y los que sabían, cantaban, acudían con sus vehículos fardando de automovil, aunque fuera un utilitario de tercera mano.

Como no podía ser de otro modo cuando la zona de tapeo dejó de estar de moda, el propietario de la cafetería tuvo que prescindir de la mitad de los camareros, por supuesto nos tocó a los mas jóvenes buscar otro empleo, pero esa historia para otra ocasión.  
Solo me resta comentar que en aquellos años pasábamos de políticas, políticos y economías, excepto  de la economía sumergida que era práctica habitual, había menos envidias, menos rencores, menos odios, teníamos menos dinero, pero seguramente éramos mas felices. 



miércoles, 19 de julio de 2017

En un pueblo cualquiera

No eran mas de cuarenta vecinos, Pepe era el dueño del bar, tenía tan pocos parroquianos  que necesitaba pluriempleo, era también el alguacil y el enterrador, aunque este ultimo trabajo apenas le era productivo, ya que cobraba por objetivos y por desgracia para él, sus habitantes eran gentes muy longevas.
Mientras cerraba el bar, Pepe le dijo a Toño - he tenido un día muy duro arreglando el sobrao,  -voy corriendo a tirarme a la bartola- y Toño que era un poco cortito, entendió que iba rapidito a fornicar con una  amiga suya de un pueblo vecino.

Toño era pastor, solo bajaba al pueblo después de las nueve de la noche cuando cerraba el aprisco, era cuarentón, un poco rudo y no muy agraciado, seguía soltero aunque de mozo, le tiró los tejos a la hija de D. Severino que era un hacendado del lugar, dándole esta unas severas calabazas, desde entonces ha quedado muy escaso en asuntos amorosos.

Leandro el maestro tenía mas suerte, cobraba del ministerio solo por educar a seis alumnos,  tres niños y tres niñas, pero estaba en la cuerda floja, si no paría pronto alguna vecina cerrarían la escuela, el ponía de su parte, estaba en boca de todos que se trajinaba a la Manuela a escondidas de su padre, un campesino con malas pulgas que  ya estaba con la mosca tras la oreja.
 

La fiesta del pueblo era un poco atípica, aunque de costumbres religiosas muy tradicionales
, a mediados de agosto celebraban el patrón, después de la misa y con San Roque a hombros de los mozos mas fornidos, recorrían el pueblo en procesión  detrás de Raimundo el tamborilero.


Terminada la romería, se ponían guapos a vinos y cervezas antes de reunirse en la comilona, eso si, divididos en dos bandos, el motivo era que medio pueblo estaba en disputa con el otro medio por motivos de las lindes y por envidias cochinas. 

Una parte del pueblo iba a una portada donde preparaban un guiso de liebre con papas, liebres que traía Braulio “el furtivo”, era el mejor cazador de la comarca  aunque la benemérita le vigilaba con tesón al ser tiempo de veda.
 

La otra mitad del pueblo iba al bar de Pepe, que les preparaba una caldereta, con un hermoso cordero que traía Toño de su rebaño, terminando el atracón se ponían hasta las trancas de aguardientes  licores y combinados varios.

El baile empezaba sobre las nueve de la noche en la plaza, la mayoría de los vecinos iban  con mas alcohol que sangre en el cuerpo, el baile lo amenizaba Oscar, el alcalde, con un acordeón que heredó de su difunto padre que manejaba con soltura, lo que mejor se le daban eran los tangos y pasodobles, aunque también tenia en el repertorio varias canciones punteras como Me lo dijo Perez o el porompompero.

Pero raro era el año que no había una gresca multitudinaria que comenzaba con los mas gallitos de los dos bandos enfrentados, aunque nunca llegó la sangre al río  gracias a la rápida intervención de los pacificadores que aun recibiendo algún mamporro conseguían hacerse con la situación.

A la mañana siguiente  con resaca o sin ella, vuelta a la normalidad, Pepe abre su bar, Toño va con sus ovejas hacia un monte cercano, Oscar, el alcalde abre la herrería y Leandro el maestro, cargaba las maletas en su cuatro latas, para retomar sus largas vacaciones estivales en su pueblo natal, mientras la Manuela,  observaba desolada su marcha desde su ventana.

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, pero… quien sabe.

viernes, 14 de julio de 2017

Las burbujas

Nuestra economía crece a pasos agigantados, siendo varias las razones  que la impulsan, los bajos salarios, el turismo masivo y la construcción que vuelve con fuerza.

En los últimos años, el turismo es uno de los estímulos mas importantes de nuestra economía, pero ocurre que una parte importante es de baja calidad.  Esos paquetes turísticos a precios de saldo que ofrecen algunas agencias de  países europeos, solo interesan a unos cuantos empresarios desaprensivos. Sería importante que estos empresarios hosteleros, comenzaran a ofrecer esos paquetes vacacionales al turismo nacional,  para no depender tanto del turismo extranjero  Sabemos que estamos recibiendo el turismo de algunos países en conflicto, situación que en unos años puede ir cambiando, corriendo el riesgo de un estallido de la burbuja turística.

La construcción es otro factor a tener en cuenta, la venta de viviendas ha comenzado a crecer, gracias a la caída tan importante de los precios. Las constructoras vuelven a construir con bastante alegría, siendo este un sector del que dependen otros muchos.

Si continuamos unos años con un crecimiento desmesurado en estos dos sectores, corremos el riesgo de otra recesión que nos haría mucho daño.